miércoles, 25 de agosto de 2010

MI MADRE (RICHARD FORD)

Esta es una breve y maravillosa novela de Richard Ford sobre su madre. Podría intentar decir mucho blablablabla sobre la misma, pero para muestra basta un renglón, o ye un botón.

(...)Por mi parte, yo observaba que ella envejecía; veía que la vida no era completamente de su agrado y que hacía casi todo superficialmente, que cogía un trabajo de vez en cuando para terminar dejándolo. Observaba que me quería; a veces me llevaba a parte por la mañana temprano, cuando podíamos estar solos y juntos como dos adultos, para decirme: "Richard, ¿eres feliz?" y cuando le respondía que sí, me advertía: :"Debes ser feliz. Eso es muy importante."
Así transcurría la vida. No completamente sin objetivo. Pero sin un objetivo claro. Tal vez esto sea propio de toda vida con los padres: un sentimiento de que debería alcanzarse una meta, luego el reconocimiento de cual es esa meta insoslayable y finalmente el devolver la atención a lo que está hoy aquí y presente. A lo que sólo está aquí.
Hay algo, cierta esencia de la vida, que no surge con claridad de estas palabras. No hay palabras suficientes. No hay acontecimientos suficientes. No hay memoria suficiente para rememorar toda una vida y ponerla en orden, darle exactitud. En cierto modo, separados durante años, mi madre y yo vivimos uno con respecto al otro de la manera en que lo hacen las personas que se quieren y desean verse más. Como amigos. Ni siquiera he comentado que no interfería. Que aceptaba que mi vida con Kristina hubiera mermado en parte su maternidad. Que no emitía juicios al azar: Que veía sus visitas bien recibidas, ciertamente lo eran. En verdad, ella pensaba que lo que habíamos hecho de la vida, ella y yo, era el resultado natural de acontecimientos anteriores e igualmente naturales. Como antes, tampoco ahora era una psicóloga. Ni le interesaba indagar. Ella jugaba las cartas que le habían tocado. Por una extraña comprensión, sabíamos que eso era la vida. Eso era lo que teníamos. Éramos fatalistas, madre e hijo. Y nos acomodábamos a eso como mejor podíamos. (Pag 61)

(...)La muerte se toma un largo tiempo antes de culminar su tarea. Y en ese tiempo, en su esencia misma, hay una vida que debe vivirse eficazmente. Es lo que hicimos. No nos sorprendió descubrir que la vida que habíamos confirmado aquel fin de semana podría servirnos de sostén para continuar. Había siete años por delante, pero no lo sabíamos. Así que continuamos de la misma manera. Volvimos a estar lejos . A visitarnos. A insistir en que la vida es estar vivo, en la convicción de que muy fácilmente podía ser menos. (Pag 64)

2 comentarios:

  1. ¡¡les madres!! el únicu fallu es que no vienen los hijos con libru de instrucciones ;) ;) ;) ;)

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  2. :D :D :D anda ya salen los muñequinos:P :P :P

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