lunes, 30 de agosto de 2010

TRÉBOLES (JORGE GUILLÉN)


Cada vez que me despierto
mi boca vuelve a tu nombre
como el marino a su puerto.

Este volver a empezar
cada jornada sin ti,
esta sensación de mar
que navego y ya perdí…

Como si mi voz te alcanzase,
murmura: Amour adoré,
¿No puedes oírme? No sé.

Vivos estamos en la frase.
¡Qué lejos ayer de hoy!
Hondo ayer: dos fuimos uno.
Hoy no estás y yo no soy.

Gentes que me son extrañas:
esas que me creen solo
sin ver que tú me acompañas.

Así voy sin ti: perdido
por entre gentes que anulan
nuestro amor bajo su olvido.

La Patria, lejos, en el lodo.
Soledades alrededor.
Navidad a pesar de todo:
hijos, su recuerdo, mi amor.

La memoria, malla a malla,
me cubre armando su mundo.
Interior, mi noche calla.
En tu recuerdo me hundo.

Ya te lo decía yo.
Era imposible el olvido.
Fuimos verdad. Y quedó.

Sobre esta misma almohada
me acompañó su cabeza.
Sé ya ahora cómo empieza
la blancura de la nada.

Despierto y como no estás,
no me suena el mundo a mundo:
nunca a solas hay compás.

¡Estaba yo tan contento
de ser yo, yo para ti!
¡Qué alegría ser así
dos historias en un cuento!

Lo que un día me dijiste
de nuevo suena en mi oído.
La soledad no es tan triste.
Ser es también no haber sido

Jorge Guillén

Estos versos son compuestos a la muerte de su primera mujer Germaine Cahen (en 1947).


Cuenta el escritor Mario Hernández, en el prólogo de la antología del poeta, lo siguiente:
La última etapa de Guillén transcurrió, con su segunda mujer, Irene Mochi-Sismondi (1910-2004), visitado constantemente por amigos, que llegaban de otros lugares de España o del mundo. Irene, romana exquisita, me narró, ya muerto el poeta, esta preciosa escena en una carta:

Éramos muy madrugadores, y cada mañana con Jorge - y lo que tiene más valor, en otoño e invierno, cuando nos quedábamos en Málaga - veíamos subir el sol. Abría las cortinas, se oía mucho el mar, el cielo era oscuro, luego gris, luego pálido y poco a poco rosa.
Jorge esperaba el fenómeno como un espectáculo, con una rodilla apoyada en el borde del sofá bajo la ventana. "Ya está", empezaba a murmurar divertido, pero el sol todavía no estaba. "Ya está", seguía diciendo; "ya está, ya está", en tono siempre más rápido. Era un juego. Y por fin : "Ya está", en letras capitales (es decir mayúsculas), con la cara iluminada de verdadera, profunda alegría. Y el sol era apenas un puntito de fuego y de pronto había crecido y era un día nuevo que había empezado.




miércoles, 25 de agosto de 2010

COSAS DE LAS QUE ME ACUERDO



Del afilador y paragüero.
De las sardineras de Gijón. ¡Hay sardines de ahora vives!
Del vendedor de Miel ¡hay Miel de la Alcarria!
De las vendedoras de leche y, del hervidor de mi madre.
De la primera Televisión que tuvimos en casa, una Vanguard.
De cuando desaparecía la imagen en la Televisión y nos quedamos todos expectantes, hasta que alguien decía, "eso ye de allá". Y todos respirábamos aliviados. Los problemas del más allá, se solucionan mejor que los del más acá.
De la carta de ajuste (eres más aburrido que la carta de ajuste)
Del vino con gaseosa.
Del olor a ocle en Septiembre.
De Matutina, la madre del Traba, que se dedicaba a la recogida del ocle, que servia para todo, desde medicamentos, hasta cosmética, pasando por el plástico. Matutina también vareaba colchones de lana.
De la pérgola del muro de San Lorenzo, donde los domingos de verano, tocaba la banda de música de Gijón.
De Baldomero Cespedes, nuestro Von Karajan local. Con su uniforme, su batuta, su anillo en el meñique y su espectacular reverencia.
Del cine Brisamar, que nombre más guapo.
Del cine de Las Monjas y la censura; mano de monja tapando el escote de la protagonista.
Del cambio de rollo, que aprovechábamos para comer los bocadillos de anchoes y las galletas hechas por manos celestiales y censoras.
De cuando quisimos engañar a un trilero.
-¿Debajo de que cubilete está la bola?
-"En el del medio".
-"En el medio la tengo yo desde que nací".
De los merenderos de Gijón, con sus plátanos de sombra, mesas y bancos de piedra.
De los bailes de Gijón: El Dragón, El parque del Piles, El Oasis, El Jardín y su verbena del Farolillo, fuera luces y las parejas a bailar con sus farolillos: A media luz.
Del grito del Pavo Real en el parque de Isabel la Católica. Ya se secó el arbolito /donde dormía el pavo real.//Ahora dormirá en el suelo, como cualquier animal.
De los grillos en su jaula de plástico.
Del olor de los puros en las tardes de fútbol
Del tabaco de cuarterón, de los celtas y los ideales.
Del mechero de pedernal.


MI MADRE (RICHARD FORD)

Esta es una breve y maravillosa novela de Richard Ford sobre su madre. Podría intentar decir mucho blablablabla sobre la misma, pero para muestra basta un renglón, o ye un botón.

(...)Por mi parte, yo observaba que ella envejecía; veía que la vida no era completamente de su agrado y que hacía casi todo superficialmente, que cogía un trabajo de vez en cuando para terminar dejándolo. Observaba que me quería; a veces me llevaba a parte por la mañana temprano, cuando podíamos estar solos y juntos como dos adultos, para decirme: "Richard, ¿eres feliz?" y cuando le respondía que sí, me advertía: :"Debes ser feliz. Eso es muy importante."
Así transcurría la vida. No completamente sin objetivo. Pero sin un objetivo claro. Tal vez esto sea propio de toda vida con los padres: un sentimiento de que debería alcanzarse una meta, luego el reconocimiento de cual es esa meta insoslayable y finalmente el devolver la atención a lo que está hoy aquí y presente. A lo que sólo está aquí.
Hay algo, cierta esencia de la vida, que no surge con claridad de estas palabras. No hay palabras suficientes. No hay acontecimientos suficientes. No hay memoria suficiente para rememorar toda una vida y ponerla en orden, darle exactitud. En cierto modo, separados durante años, mi madre y yo vivimos uno con respecto al otro de la manera en que lo hacen las personas que se quieren y desean verse más. Como amigos. Ni siquiera he comentado que no interfería. Que aceptaba que mi vida con Kristina hubiera mermado en parte su maternidad. Que no emitía juicios al azar: Que veía sus visitas bien recibidas, ciertamente lo eran. En verdad, ella pensaba que lo que habíamos hecho de la vida, ella y yo, era el resultado natural de acontecimientos anteriores e igualmente naturales. Como antes, tampoco ahora era una psicóloga. Ni le interesaba indagar. Ella jugaba las cartas que le habían tocado. Por una extraña comprensión, sabíamos que eso era la vida. Eso era lo que teníamos. Éramos fatalistas, madre e hijo. Y nos acomodábamos a eso como mejor podíamos. (Pag 61)

(...)La muerte se toma un largo tiempo antes de culminar su tarea. Y en ese tiempo, en su esencia misma, hay una vida que debe vivirse eficazmente. Es lo que hicimos. No nos sorprendió descubrir que la vida que habíamos confirmado aquel fin de semana podría servirnos de sostén para continuar. Había siete años por delante, pero no lo sabíamos. Así que continuamos de la misma manera. Volvimos a estar lejos . A visitarnos. A insistir en que la vida es estar vivo, en la convicción de que muy fácilmente podía ser menos. (Pag 64)

CONSTANTINO CAVAFIS


Oh amigos, cuando yo estuve enamorado
-hace ya tantos años-
no vivía en el mismo mundo
que el resto de los mortales.

Vivía en la lírica fantasía
y aunque consciente de su engaño,
me daba felicidad,
era un sueño cálido y encantador.

Mis ojos se detenían en mi amada
y el amor hacía aún más bello su rostro;
su palacio
era para mi.

Y el barato percal
que la vestía,
te juro que para mí
era más que seda.

Dos brazaletes de bisutería
adornaban sus brazos;
pero yo los veía como joyas
de la más alta calidad.

Su cabeza lucia
flores cogidas en las montañas
mas ¿qué otro tocado
hubiera sido más bello a mis ojos.

Siempre fueron nuestros paseos
felices por ir juntos,
claras sendas sin espinas,
si las había, la tierra las ocultaba.

Ni los mejores oradores ni los hombres más sabios
podrían ahora persuadirme
tanto como el más leve gesto suyo
entonces.

Oh amigos, cuando yo estuve enamorado
-hace ya tantos años-
no vivía en el mismo mundo
que el resto de los mortales.

Konstantino Kavafis

domingo, 22 de agosto de 2010

EL ÚLTIMO GUIÑO

El medico La Pommeraís, había envenenado a su mujer y a su suegra con digitalina después de haberles hecho un seguro de vida para heredarlas, y fue condenado a muerte.
Cuando estaba en la capilla, se le presentó, según la leyenda, el doctor Vespeau, y le dijo: "Caro colega: Como usted sabe, hay la preocupación de que, cuando a un hombre le guillotinan, la cabeza, separada del tronco, tiene un momento de vida en que ve y entiende. Usted, como médico, creo que tendría gusto en servir de experimentación para aclarar este punto científico . Así pues, le propongo que cuando le guillotinen yo cogeré su cabeza y le llamaré por su nombre, y, si usted oye, cierra el parpado derecho".
Según la leyenda, La Pommeraís aceptó la proposición y cuando cayó al cesto la cabeza de La Pommeraís, Velpeau le gritó su nombre y la testa del guillotinado guiñó el ojo derecho.
Pio Baroja

jueves, 19 de agosto de 2010

LOS MILAGROS DEL VINO

 "Date prisa que pronto será la noche"
Leyenda en un reloj de sol


"Sólo por un tortuoso camino
llegamos los hombres a la mansión de las sombras,
cuanto más rapido lo recorremos,
antes llegaremos a nuestra meta el olvido.
¡Bebamos, pues! Y si es cierto que el vino
es el caballo que hace viajar más veloces
a quienes de él gozan, ¿por qué hacer a pie
el viaje fatigoso de la vida?"

Antipar de Sidón

  ♫♫FALLEN♫♫

martes, 17 de agosto de 2010

EL TUTILIMUNDI


EL TUTILIMUNDI

Se llamaba tutilimundi a un cosmorama, casi siempre portátil, como un cajón largo, con techo de madera, que tenía en las paredes laterales varios agujeros redondos de cristal, por donde se veían paisajes, vistas de ciudades y escenas fantásticas iluminadas. Este cajón solía ir tirado por un caballo o un burro.
El tutilimundi se llamaba también Mundo Nuevo. De aquí el nombre de un campo de Madrid, próximo a la fábrica del gas, intitulado campillo del Mundo Nuevo.
El tutilimundi aparecía en los pueblos durante las fiestas. En Madrid se estacionaba en alguna plaza, con frecuencia en la plaza Mayor, y a veces el hombre que lo exhibía redoblaba en un tambor y explicaba las vistas de su pequeño escenario.
El último que recuerdo pasaba hace catorce o quince años por la calle Ancha de San Bernardo tirado por un borriquillo. No se sabe dónde podía ir. Tenía un aire tan pobre, tan humilde, que me producía melancolía. El doctor Val y Vera, que conoce al dedillo la calle Ancha, me ha dicho que todavía sigue pasando el carrito.
En la niñez me había parecido una cosa tan atractiva este cosmorama, que cuando lo vi luego arrastrarse en la general indiferencia, por contraste, me dio una sensación de tristeza y humildad.
No había soñado con asomarme a la Ópera de París, al Real de Madrid o al Covent Garden de Londres, y estuve en estos teatros; en cambio, había soñado con mirar por aquellos agujeros del cosmorama, y no sé si alguna vez lo conseguí.

EL HOMBRE DE LOS PAJARITOS SABIOS

Otro tipo, al cual no se le veía más que muy de tarde en tarde en alguna plaza lejana, era el hombre de los pajaritos sabios. Sin duda, era solicitado en pueblos de alrededor, y salía de Madrid y viajaba con frecuencia.
Llevaba una especie de silla de tijera, alta, donde ponía la jaula grande con sus pájaros, jaula de varios compartimentos, y al lado se sentaba él, en otra silla más pequeña, también de tijera.
Era un tipo raído, moreno, chato, vestido de negro, con gorra y cara de pocos amigos; parecía un mono viejo. Solía hacer observaciones muy secas a la gente del público, con un acento medio andaluz, medio manchego, y espantaba a los chicos que se acercaban demasiado a la jaula. Cuando alguien quería saber su porvenir, cosa trascendental , salía el pajarito, generalmente verderón o jilguero, daba unas cuantas vueltas con gran ligereza, y con el pico sacaba un papel doblado de una cajita, que entregaba al cliente. El amo de la grey de los pequeños adivinadores con alas pagaba el trabajo de su subordinado con un cañamón o un trocito de azúcar.

Desde la última vuelta del camino
Pio Baroja


En Madrid el que usaba sombrero era un tratante en burros; el que llevaba bastón estaba enfermo o era mayoral, pastor o reñidor; el que lucía corbata, alfiler de corbata y, a veces, camisa a rayas, era carterista.

PERCHEROS
En Úbeda la familia de los percheros era gente que se dedicaba, a colocar en las ramas de los olivos lazos-perchas- de colas de crines de caballo para cazar zorzales, un pájaro de carne muy apreciada entonces parecido al tordo, con querencia a un tipo de aceitunas llamada, por él, zorzaleña.

RECOVERO
Juan era una variante muy cercana a su padre; fue recovero: vendía con buen arte huevos gallinas, pavos y, para aliviarse de la recova-palabra que cada día frecuenta menos los diccionarios-, se alumbraba con vino peleón, que en eso no era exigente.

El cuento de siempre acabar
Medardo Fraile

domingo, 15 de agosto de 2010

LO QUE NO ES SUEÑO (CLAUDIO RODRÍGUEZ)

"Anoche vi la luna nueva
llevando la vieja en brazos;
y temo, mi señor, temo
que suframos un gran daño..."
Sir Patrick Spence


LO QUE NO ES SUEÑO

Déjame que te hable, en esta hora
de dolor, con alegres
palabras. Ya se sabe
que el escorpión, la sanguijuela, el piojo,
curan a veces. Pero tú oye, déjame
decirte que, a pesar
de tanta vida deplorable, sí,
a pesar y aun ahora
que estamos en derrota, nunca en doma,
el dolor es la nube,
la alegría, el espacio;
el dolor es el huésped,
la alegría, la casa.
Que el dolor es la miel,
símbolo de la muerte, y la alegría
es agria, seca, nueva,
lo único que tiene
verdadero sentido.
Déjame que, con vieja
sabiduría, diga:
a pesar, a pesar
de todos los pesares
y aunque sea muy dolorosa, y aunque
sea a veces inmunda, siempre, siempre
la más honda verdad es la alegría.
La que de un río turbio
hace aguas limpias,
la que hace que te diga
estas palabras tan indignas ahora,
la que nos llega como
llega la noche y llega la mañana,
como llega a la orilla
la ola:
irremediablemente.

Claudio Rodríguez

viernes, 13 de agosto de 2010

VERANO (J.M. COETZEE)

"Es la autobiografía falsa más verdadera y genial de la literatura"
Nuria Amat

...Léanlo como quieran ustedes, como cierto o como no cierto, pero léanlo; por su extrema inteligencia, por el derroche de talento, por su capacidad de convicción y por abrir nuevos caminos a la escritura narrativa. Por aquí sí se cuece el futuro de la novela.
José María Guelbenzu.

Un joven biografo ingles prepara un libro sobre el difunto escrito sudafricano John Cotzee. Y para ello recaba la opinión de personas que fueron importantes en su vida cuando el escritor era treintañero y vivía con su padre en una destartalada casa de Ciudad del Cabo. Los cincos testimonios son otros tantos capítulos del libro: Julia, Margot, Adriana, Martin, Sophie.

Después de la opiniones de Nuria Amat y José María Guelbenzu, viene la opinión de una autoridad mundial en materia de crítica literaria, ¡Miner! que por supuesto,está de acuerdo con los dos anteriores, pero que cree que el autor se podría haber ahorrado treinta y seis paginas de la novela, o lo que es lo mismo los testimonios de Martin y Sophie, con perdón para los que saben.
Este libro es como un una autobiografía o como unas memorias, sólo que el autor, utiliza los personajes para de una manera indirecta contar lo que piensa sobre si mismo, veamos lo que opina Adriana sobre Jhon Coetzee. Adriana es una bailarina brasileña madre de una de sus alumnas de ingles y en mi opinión uno de los mejores testimonios del libro:

-Es un hombre débil-repliqué-. Un hombre débil es peor que un mal hombre. Un hombre débil no sabe dónde detenerse. Un hombre débil está indefenso ante sus impulsos, te sigue adondequiera que lo lleves.
...Sí, pero todos estamos un tanto desesperados, así es la vida. Si uno es lo bastante fuerte, supera la desesperación. Por eso le pregunto: ¿cómo puedes ser un gran escrito si no eres más que un hombrecillo normal y corriente? Sin dudad debe de haber cierta llama interior que te distingue de la gente de la calle. Quizá en sus libros si uno los lee, puede ver esa llama. Por mi parte, en todas las ocasiones que estuve con él jamás percibí ningún fuego. Por el contrario, me parecía...¿cómo expresarlo?... tibio.
...No, no, escucha lo que te estoy diciendo. Le hablo en serio. ¿conoce la palabra "incorpóreo"? Ese hombre es incorpóreo. Está divorciado de su cuerpo. Para él , el cuerpo es una de esas marionetas de madera que mueves mediante cordeles.

No da la impresión de que el autor se tenga mucho cariño, es como si no aceptara de buen grado la vida que le toco vivir y que la novela fuera un ajuste de cuentas con el destino (hoy estoy "sembrau"). Como en la mayoría de las novelas de J.M. Coetzze, ésta también tiene como trasfondo Sudáfrica y el apartheid
.

jueves, 12 de agosto de 2010

JAN VERMEER VAN DELFT

 En alegoría de la pintura, la modelo es una muchacha que modestamente dirige al suelo su tierna mirada y que está envuelta por un azul arrebatador; naturalmente, ha sido colocada en una pose determinada, pero para que esta sea lo menos ostentosa y forzada posible. Si hay en ella ironía, esta no deriva del contraste compositivo, sino que inunda la totalidad de la obra y está presente en el brillo de la trompeta, en los pliegues de la cortina y en la luz que, desde la ventana, desciende sobre el embaldosado blanquinegro.


En mujer sentada tocando la espineta veo el milagro de la luz del día cayendo sobre diferentes tipos de materia: sobre la piel humana y la seda de un vestido; sobre el tapizado de una silla y la blanqueada pared. Un milagro que Vermeer repite constantemente, pero siempre con nuevas variantes y originales revelaciones. La muchacha pone sus manos sobre la espineta como si quisiera tocarnos un pasaje, para hacernos una broma, para recordarnos algo. Vuelve la cabeza hacia nosotros con una hermosa media sonrisa sobre su demasiado bello rostro. En esa sonrisa hay una reflexión y una pizca de indulgencia maternal. Y así ha estado mirándonos durante trescientos años.

Lecturas no obligatorias
Wislawa Szymborska

lunes, 9 de agosto de 2010

GRACIAS A TI


...La poesía es la ficción de la verdad



Gracias a ti
cada uno de mis días es un mundo limpio y perfumado que huele a melón.
Gracias a ti
todos los frutos se ofrecen a mi mano como si yo fuera el sol.
Gracias a ti sólo pruebo la miel de la esperanza.
Gracias a ti late mi corazón.
Gracias a ti
mis noches más solitarias son como un kilim de Anatolia que sonríe
desde la pared.
Gracias a ti al final de mi camino, sin llegar a mi ciudad,
he descansado en una rosaleda.
Gracias a ti, no dejo entrar a la muerte
que con sus cantos llama a mi puerta
vestida con sus más sutiles ropajes y me invita al gran descanso.

Nazim Hikmet

jueves, 5 de agosto de 2010

EL ÚLTIMO QUE APAGUE LA LUZ


-¿Podría definir qué es para usted la verdad?

-Woody Allen : Le diría que es la realidad. No es bella y causa dolor. Todo lo que ahora parece importante- presidentes, ayatolás- desaparecerá en cien años. Es como si, cada cien años, alguien tirara de la cadena del retrete y todo se fuera por el sumidero sin dejas rastro. Y aparece un nuevo grupo de idiotas, haciendo parecer que son importantes. Y luego, cadena y ¡zas! Se han ido.

Pero lo que Wody Allen no sabe es que hay un animal que se resiste a desaparecer por el retrete de la historia. Una pareja de estos insectos, aprovechando un despiste del borrachín Noé cuando estaba haciendo el casting de operación Arca, se coló de polizón en la nave ,y, al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches de Diluvio Universal- a cualquier cosa llaman diluvio, en Asturias a eso lo llamamos un chaparrón- bajaron a tierra con las demás parejas de animales. Muchas de estas parejas ya desaparecieron (la ley del Divorcio acabó con la mayoría), en cambio la pareja de escarabajos, se reprodujeron de tal manera, que ya hay más de 350.000 especies. Y mientras tanto: el cerdo para jamones, la gallina para sopas "Gallina blanca", el pollo al Chilindrón, la vaca para filetes, y la paloma de la paz para sellos de correos, y el Toro,¡Ay mi torito bravo!, para dar la vuelta al ruedo, y si está en Cataluña, para butifarra sin vuelta al ruedo, que los catalanes son muy prácticos. En cambio ahí tenemos al escarabajo "pelotero" que engatusando a Dios, para eso sirven los gatos, para eso y, para cambiar la rueda cuando pinchas, serán los encargados de apagar la luz.
De todas maneras esto lo cuenta mejor Martínn Rees, astrónomo real y catedrático de cosmología y astrofísica de Cambridge:

Me gustaría ampliar la conciencia de la gente sobre el inmenso plazo de tiempo que tiene por delante nuestro planeta y la propia vida. Las personas más cultas son conscientes de que somos el producto de casi cuatro billones de años de selección darwiniana, pero muchos tienden a pensar que los seres humanos somos en cierto modo la culminación. Nuestro sol, sin embargo, se encuentra a menos de la mitad de su tiempo de vida. No serán seres humanos los que presencien su desaparición, dentro de seis billones de años. Las criaturas que existan entonces serán tan distintas de nosotros como nosotros lo somos de una bacteria o una ameba.

La extinción permiana acabó con el noventa y nueve por ciento de los animales de la tierra, la cretácica se llevó las dos terceras partes de todas las especies, entre ellas los dinosaurios, haciendo posible que los mamíferos pasaran a ser los vertebrados terrestres dominantes. Quizá una tercera extinción nos aniquile a nosotros y deje el mundo a...¿quién? ¿A los escarabajos? El genetista J.B.S. Haldane decía en broma que si había Dios debía de sentir " un cariño desmesurado por los escarabajos", puesto que había creado 350.000 especies de ellos.

miércoles, 4 de agosto de 2010

HENRY JAMES


Nos quedan dos inolvidables fotografías de Henry James, ejecutadas en 1906 por Alice Boughton. La primera guarda para siempre la imagen de un desdeñoso caballero doliente que trata en vano de ocultar, bajo elegantes atributos convencionales - el sombrero de copa, el cuello almidonado y el bastón que soportan las manos -, lo que denuncia su mirada tristísima: que es el más desdichado de los hombres. La segunda nos muestra a Henry James con el mismo atuendo, mirando, no sin asombrada incredulidad, el primer retrato. Ese juego del hombre visto por los otros, del hombre visto por sí mismo, fue sin duda sugerido por James. El rostro que cualquiera de las fotografías rescata, corresponde, estoico y ausente, a la inexorable imagen que la obra deja traslucir.

J.L.Borges





P.D. La segunda foto no me parece que sea la que describe Borges, pero no encontré otra.