lunes, 6 de julio de 2009

EL BOBO DE CORIA

En un libro de un escritor que me gusta mucho, Javier Cercas, y que se titula, El vientre de la Ballena, encuentro esta historia sobre el bobo de Coria.


...En cuanto al bobo de Coria...Bueno, en realidad se llamaba Juan de Calabazas y se le conocía por el Bizco, o por calabacillas. Era uno más de los bufones que pululaban en el entorno de Felipe IV y que como gozaban de libertad para decir todo lo que los demás cortesanos no podían decir, debían de constituir una especie de lvula de escape de las asfixiantes rigideces de la corte. A este Calabacillas, Velázquez probablemente lo pintó dos veces, y digo probablemente porque por lo visto hay quien duda de que el primero de los dos cuadros sea de Velázquez... A mí me parece que sí lo es, pero bueno. En ese retrato Calabacillas es un hombre joven, estrábico, con una mirada astuta y una sonrisa inteligente; está de pie, y sostiene en una mano el retrato en miniatura de una mujer, y en la otra un molinillo de papel, que por esa época era un símbolo de la locura. El segundo retrato es el que tradicionalmente se ha conocido con el titulo de El Bobo de Coria; también es el más famoso de los dos. Calabacillas ya es aquí un hombre maduro. Está sentado en una banqueta de madera, entre dos grandes calabazas que, claro está, aluden a su nombre, y tiene una pierna doblada debajo de la otra y las manos retorcidas en un gesto imposible... En fin, una postura forzadísima, bastante rara. En realidad, casi todos los signos de cordura o de personalidad han desaparecido del personaje: no es sólo la forma en que está sentado, o el gesto de las manos, sino también la cabeza, blandamente caída a un lado, los ojos extraviados, la sonrisa vacía...Claro, las diferencias entre los dos Calabacillas son tan aparentes que algunos han pensado que en realidad son dos personas distintas. Pero, incluso si dejamos de lado, las evidencias documentales, que son concluyentes, ¿ por qué van a ser dos personas distintas? Hay más de diez años de diferencia entre un cuadro y otro. ¿Ni es lógico pensar que los dos retratos reflejan dos momentos distintos de la vida de una misma persona? Recuerdo haberle leído a un médico en alguna parte que, por su fisonomía, el Calabacilla del primer retrato, más que un bobo, es un truhán. Nada nos impide imaginarle como a un joven ambicioso, ladino y sin escrúpulos que, para poder gozar de los privilegios que la corte concede a los bufones, finge que está mucho más loco de lo que esta en realidad (lo cual explicaría el énfasis del molinillo, innecesario en un verdadero loco), y que, con el tiempo, acaba desarrollando la locura que fingió durante años y que quizás, incipientemente, ya estaba desde el principio en él. El primer Calabacillas sería, de este modo, un personaje de destino; el segundo, porque vive en el puro presente sin memoria ni proyectos de la locura, un personaje de carácter. Hasta podríamos preguntarnos si lo que Velázquez quiso al pintar esos dos retratos no fue mostrar cómo una misma persona puede sucesivamente ser dos personajes; dos personajes antagónicos,además.


PD. Javier Cercas es un escritor que tiene algo que contar, y lo cuenta bien, que para mi, es lo fundamental. El vientre de la Ballena, Soldado de Salamina, Relatos Reales. Todas, novelas suyas interesantes. Y la que más me gustó, La Velocidad de la Luz.

2 comentarios:

  1. Ésta de la que hablas no la leí. Pero me encantó "Soldados de Salamina". Creo que puede gustarme cualquiera de las suyas, porque la verdad es que me gusta cómo escribe, la forma en la que cuenta las cosas... Y eso es, para mí, garantía de placer en la lectura.
    Abrazos.

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  2. Tus lecturas siempre tan interesantes, Miner.
    Este texto elegido y las fotos son muy locuaces. Ahora tenemos demasiados bufones dentro y fuera de la corte. De locos... estamos desbordados, incluso conduciendo trenes, Renfe debía ser más cuidadosa con eso.

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